MUSICOTERAPIA
Desde hace miles de años las distintas culturas han utilizado la música para elevar el alma y sanar el cuerpo. Se utilizaban en la Edad de Piedra para atemorizar al enemigo o sanar, en África, la India o Australia como un medio de comunicación con los ancestros, para alabar a los dioses, incitar al combate y curar a los enfermos, en la antigua China se escuchaban melodías guerreras o curativas, los egipcios sanaban con sus arpas de arco y flautas dobles.
Las propiedades de la música son también una de las bases de la medicina tradicional hindú o la medicina griega. Pitágoras, Platón o Aristóteles también estudiaron las propiedades de la música y compositores como Mozart o Handel escribían música curativa por encargo, para curar jaquecas crónicas, insomnio o melancolía.
En los últimos años la ciencia se ha centrado en lo técnicamente realizable y en los tratamientos farmacológicos. Son muy pocos los médicos que dedican tiempo a la música y la utilizan en la consulta. Sin embargo, el futuro es esperanzador, gracias a los hallazgos de los científicos más abiertos y el deseo de los pacientes de disponer de terapias más suaves e integrales, poco a poco la música va abriéndose camino hacia el lugar que pertenece.
Para el tratamiento del dolor la música puede ser muy efectiva, muchas de las vías que el cerebro utiliza para procesar la música son las mismas que procesan el dolor, por eso, si el cerebro se centra en una canción no habrá mucho espacio para transmitir los mensajes de dolor. Además de disminuir el dolor agudo también puede ayudar con el dolor crónico. Seguro que has escuchado hablar de la euforia del corredor, donde el cerebro libera endorfinas durante una dura sesión de ejercicios, la música indica al cerebro que produzca las mismas endorfinas al escuchar música. Una sesión de musicoterapia de 30 minutos disminuye significativamente la percepción del dolor, la ansiedad y el estrés.
Efectos terapéuticos de la música
El sonido y el ritmo afectan al ritmo respiratorio, las piezas rápidas lo hacen más vivo y ligero, las lentas más lento y profundo.
Escuchar y tocar piezas tranquilas calma los impulsos cerebrales.
La música es un método ideal para armonizar los dos hemisferios cerebrales.
El uso de sencillos ejercicios musicales aumentan la concentración y estimulan la creatividad.
La vibración y el sonido actúan sobre el nervio auditivo, el sistema nervioso, la musculatura y el tono muscular.
Escuchar música favorece la postura corporal, la flexibilidad y la coordinación.
En el aterrizaje de un avión, los pasajeros que tienen miedo a volar, tardan menos en deshacerse del estrés si ponen música relajante y tranquilizadora.
La música en las grandes superficies promueve el consumismo, cuanto más relajado está el cliente menor es su umbral de inhibición.
En Alemania el doctor Ralph Spinge ha utilizado clínicamente diferentes programas musicales. Los pacientes a los que "administro" música mediante auriculares necesitaron una dosis menor de analgésico.
La escucha diaria de música de determinadas piezas musicales en pacientes internados en la UCI puede llegar a reducir la dosis de valium, media hora de música tiene el mismo efecto que diez miligramos de valium.
La música clásica aumenta la motivación en el trabajo, aumenta la productividad y los trabajadores son más eficaces.
La música mejora sustancialmente el proceso de aprendizaje.
La música en la psicoterapia se ha utilizado en el tratamiento de pacientes psíquicamente inestables o drogodependientes.
Los acúfenos se deben a un mal funcionamiento de la cóclea pero también están ligados a trastornos de origen cerebral que afectan al procesamiento de datos, por este motivo los afectados responden especialmente bien a la combinación de psicoterapia y entrenamiento que se apoya en la música y el sonido.
Música y Mindfulness
Cuando meditamos con el sonido, prestamos atención al sonido, a un solo sonido, lo seguimos, lo disfrutamos, ampliamos nuestra escucha hasta que entra en nosotros, vibramos con él, somos uno con el sonido para convertirnos en él. Entonces sentimos que vibramos, que esta vibración se expande y va más allá de los límites de nuestro cuerpo.
Lo primero que podemos hacer para meditar con sonido es escuchar, prestar atención a un sonido simple, podemos comenzar por tapar nuestros oídos y simplemente escuchar el sonido de nuestra respiración, poco a poco puede convertirse en uno de los cinco sonidos de los cuales hablan los maestros yoga. También podemos prestar atención a un sonido simple que capta nuestra atención, un sonido largo como el de una campana, un ting-sha (campanas tibetanas), el canto de un gorrión, el sonido del agua de un arroyo o el viento.
Aquí tenéis unos videos de música que podéis usar cuando los necesitéis para relajaros y calmar la mente.